Tecnología, Progreso y Clima
Ayana Elizabeth Johnson

El término tecnología es muy amplio. No se trata solo de aplicaciones y aparatos electrónicos. El ingenio humano ha creado de todo, de arados a instrumentos de pesca, de bicicletas a radio caseteras, de molinos de viento a vehículos eléctricos de inteligencia artificial a satélites. La tecnología impregna nuestras vidas, para bien y para mal. Algunas innovaciones se deben dejar en el pasado, como las tecnologías de los combustibles fósiles. Los ecosistemas y la humanidad no pueden seguir soportándolas. 

La buena noticia es que ya contamos con una miríada de soluciones climáticas a nuestro alcance. No hace falta esperar a que aparezcan nuevas tecnologías para afrontar la crisis climática. Desde las energías renovables y el transporte eléctrico, hasta la agricultura regenerativa y la restauración de los ecosistemas, ya tenemos la mayoría de las soluciones que necesitamos.  Ahora, más que nunca, la cuestión es cómo las implementamos y ampliamos para crear un futuro sostenible y justo. Esto es lo que me viene a la mente cuando pienso en el progreso: en resolver el mayor reto al que se enfrenta la humanidad. 

Y cuando pienso en el futuro, en lo que podría durar este planeta cuyo clima ha cambiado, pienso en las posibilidades. Al observar los datos climáticos y analizar cómo están cambiando los sistemas físicos y biológicos del planeta, mi mente al instante traduce esas abstracciones en un clima extremo, en la pérdida de vidas humanas y de biodiversidad, en la caída de la sociedad y el quiebre de la estabilidad ecológica. 

Pero lo que también veo en esos gráficos y líneas de tendencias es que aún existe una amplia gama de futuros posibles. El futuro que tendremos depende completamente de lo que hagamos ahora y de cómo nos unamos para transformar la sociedad (las economías, la política y la cultura) para garantizar el mejor futuro posible, uno que sirva para los 8,7 millones de especies que viven en este planeta. 

Pienso en la crisis climática de como si fuera un rompecabezas: evaluando lo que hay disponible, averiguando qué papel desempeña cada uno de nosotros y tratando de acelerar la rapidez con la que resolvemos este rompecabezas para encajar todas las piezas antes de que las cosas se desmoronen.

He dedicado gran parte de mi carrera a la conservación de los océanos que para mí es una cuestión de preservación cultural. Representa una oportunidad apasionante para entrelazar diferentes campos, desde la ciencia hasta la economía, la política y la sociología. Durante años, se ha considerado al océano como una víctima, y con razón después de todos los impactos que ha sufrido por la contaminación, la sobrepesca, el desarrollo costero y el cambio climático.  Ahora tenemos que utilizar su poder para generar soluciones climáticas, aprovechando la energía renovable en alta mar, asegurando que la pesca sea sostenible, cultivando el océano de forma regenerativa, y protegiendo y restaurando los ecosistemas marinos. 

Investigaciones recientes demuestran que, cuando se trata de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y secuestrar carbono, el 21% de la solución está en en el océano. Centrémonos en la mayor de estas soluciones oceánicas para el clima: la energía renovable en alta mar. Es una oportunidad fundamental para acelerar la transición hacia la eliminación de los combustibles fósiles, a la vez que se proporciona energía limpia a aproximadamente el 40% de las personas que viven cerca de la costa. ¿Cómo podemos instalar turbinas eólicas en el océano y producir energía limpia? ¿Cómo podemos descubrir la tecnología y la ingeniería necesarias para instalar las turbinas de forma segura y que sean capaces de resistir el impacto de las tormentas, las olas y el agua salada? ¿Cómo se deberían situar para que perturben lo menos posible los ecosistemas de modo que no interfieran con las migraciones de las ballenas o las aves, o no afecten la navegación de los barcos y la industria pesquera? 

Puede que solo veamos la superficie de las aguas oceánicas, pero tenemos que tener en cuenta todas estas capas de actividades para minimizar los conflictos y evitar los impactos negativos. El uso de la investigación y las herramientas científicas nos permitirá tomar decisiones informadas para aumentar la producción de energía limpia al tiempo que protegemos el medio ambiente. 

Por supuesto, no debemos olvidar nunca que la fotosíntesis es la tecnología de secuestro de carbono por excelencia y la mitad de la fotosíntesis del planeta se produce en el océano. Para hacer frente a la crisis climática no basta con la tecnología: es necesario proteger todos los ecosistemas, desde los bosques y los humedales hasta los campos de flores silvestres. Soluciones basadas en la naturaleza.

Ya tenemos las soluciones climáticas que necesitamos para transformar todos los sectores. La pregunta es: ¿Qué papel vas a desempeñar tú en esta transformación? ¿Tú, tu comunidad, tu empresa, tu gobierno? ¿Y cómo vas a ayudar a acelerar la transición de una economía basada en los combustibles fósiles a una economía regenerativa?

Este es el progreso que necesitamos. Este es el trabajo de nuestra vida.


Dr. Ayana Elizabeth Johnson es cofundadora de Urban Ocean Lab, un centro de reflexión para ciudades costeras, y co creadora del podcast de Spotify/Gimlet How to Save a Planet sobre soluciones climáticas. También es coeditora de la antología bestseller de ensayos sobre el clima All We Can Save y cofundadora del proyecto The All We Can Save Project. Forma parte de la lista de personas influyentes Time 100 Next 2021 y fue nombrada por Elle como una de las 27 mujeres líderes en el ámbito del clima. Tiene una gran cantidad de publicaciones en The New York Times, Washington Post y Scientific American, entre otros.