Nos vemos constantemente bombardeados con mensajes para actualizar, renovar, emparchar y descargar nuevas versiones de apps y sistemas operativos. La actitud de “no arreglar algo que no está roto” significa que muchas actualizaciones no son aplicadas en las redes de la compañía para evitar la molestia de encontrar el momento para hacerlo y los posibles inconvenientes de compatibilidad.
Mantener al día los sistemas operativos y las aplicaciones es una de las mejores maneras de proteger los dispositivos ante posibles ataques. Los cibercriminales buscan vulnerabilidades en el software para explotar y obtener acceso a los equipos y la información de la compañía. Instalar los parches y las actualizaciones recomendadas ayuda a arreglar las vulnerabilidades y mantener seguros los dispositivos.
Puede incluso haber otras reservas al momento de instalar actualizaciones. Por ejemplo, ¿seguirán funcionando las aplicaciones críticas para el negocio que dependen del software tras la instalación? La necesidad de probar la compatibilidad de la actualización debería ser una prioridad, especialmente cuando ésta es considerada como un parche de seguridad crítico, sin el cual incrementa el riesgo de que los cibercriminales penetren las capas de protección utilizadas para mantener protegidos los activos de la compañía.
Tenga en cuenta que, además, tan pronto como se lanzan nuevos productos de software, sus creadores ya están trabajando en actualizaciones con nuevas funcionalidades y desempeño mejorado.
Este proceso es de especial importancia con el software de seguridad informática, ya que las amenazas evolucionan constantemente. Para contrarrestar los avances de los cibercriminales, los proveedores necesitan optimizar sus detecciones, desempeño e interfaz de usuario de forma continua.